Tomar el sol produce un bienestar y una inyección de energía extraordinarias. Sin embargo, es importante tomar el sol con precaución, ya que puede producir en la piel quemaduras, pigmentación, fotosensibilidad e incluso reacciones alérgicas a corto plazo. Asimismo, a largo plazo, puede producir fotoenvejecimiento cutáneo y, lo que es peor, acelerar y producir lesiones premalignas o malignas cutáneas (cáncer de piel: epiteliomas y melanomas).
Los fotoprotectores son la mejor alternativa para poder tomar el sol de forma segura, siempre y cuando se sigan las indicaciones adecuadamente. Las cremas de protección solar, fotoprotectores o filtros solares tienen como función evitar todos estos daños producidos por las radiaciones solares. La radiación que incide directamente en la piel es la ultravioleta (UV), pero la radiación que recibimos depende de múltiples factores: la época del año, la hora en la que nos exponemos, si hay nubes… asimismo, también afectan las radiaciones que recibimos de forma indirecta: la emitida por superficies reflectantes como nieve, hierba, arena o agua de mar.
Otro factor a tener en cuenta es el tipo de piel del individuo: en función de ello Fitzpatrick dividió a las personas en seis fototipos cutáneos: desde el 1, que no se broncea nunca y se quema siempre, al IV, que se broncea siempre y jamás se quema. Los V y VI corresponden a las razas de piel oscura, prácticamente insensibles a los efectos perniciosos solares. De este modo, las personas de piel clara (fototipos bajos) al tener menos melanina son más vulnerables a la radiación solar y precisan ser más cuidadosos con este tema.
Los filtros solares no impiden el bronceado
Por todo ello, se ha consensuado una escala de protección con los filtros solares y es por este motivo por lo que tienen numeraciones ascendentes según el grado de protección que aportan. El índice de protección indica la proporción de tiempo que nos preserva de quemaduras y daños actínicos. Esto significa que un filtro de 30 renovado cada 2 horas es tan eficaz como uno de 50 renovado cada 4 horas. Mi consejo es, que siempre que estemos expuestos al sol, renovemos su aplicación cada tres horas para evitar que hayan perdido efecto debido al sudor o el baño. Muy en contra de lo que la gente cree, los filtros solares no impiden el bronceado sino que impiden que nos quememos ante una exposición solar prolongada.
Los filtros también se clasifican en físicos o minerales y químicos (también los hay mixtos). La capacidad protectora de ambos es comparable pero, los químicos en ocasiones, son mal tolerados o desarrollan alergias en algunos individuos. Los filtros físicos o minerales por el contrario cosméticamente suelen ser menos aceptados porque actúan como pantalla opaca, sin embargo actualmente se han conseguido texturas muy fluidas y van siendo más aceptados.
¿Qué debemos buscar en un fotoprotector para tomar el sol con precaución?
Teniendo en cuenta que, para unificar criterios, la FDA ha sugirió que se considere una protección mínima para FPS de 2 a 12; moderada, de 12 a 30, y alta, a partir de 30. Se desaconseja el término “pantalla total” para evitar que el usuario se llame a engaño, pues siempre existen riesgos.
- Factor de Protección Solar (FPS). Es el número que hace referencia al poder de reducción de los efectos de la radiación ultravioleta de un fotoprotector sobre la piel. Por lo tanto, el FPS para UVB se obtiene de la comparación entre la dosis mínima de luz necesaria para producir eritema. Para UVA, en cambio, no hay método consensuado.
- Resistencia al agua: No es lo mismo Water Resistant que Waterproof. Según la FDA americana un producto es resistente al agua o Water Resistant si mantiene su factor de protección en la piel tras 2 inmersiones de 20 minutos, y es a prueba de agua o Waterproof cuando la mantiene después de 4 de 20 minutos.
- Sustantividad: Es la capacidad para mantener una protección prolongada en condiciones normales de utilización. Un fotoprotector tiene buena sustantividad cuando se mantiene adherido a la piel pese a la actividad física y la sudoración.
- Fotoestabilidad: Es la resistencia a la degradación por la luz. Deben ser estables frente a la luz ultravioleta.
- Cosmética: Por supuesto, el fotoprotector debe resultar placentero al uso: tacto, brillo, color, y facilidad de aplicación.
Además, es importante tener en cuenta que las cremas solares pueden tener efectos adversos. Todos los grupos de filtros solares pueden producir dermatitis alérgicas, ezcemas, reacciones o urticaria por el principio activo o por los excipientes.
Mitos y leyendas del fotoprotector
Recogemos de la mano de la Doctora Guerra para la Academia Española de Dermatología y Venereología algunas de las principales leyendas y mitos del uso de fotoprotectores, y que nos ayudarán a tomar el sol con precaución:
- Aplicar varias capas superpuestas de crema aumenta el factor de protección:Protege lo indicado, pero no multiplica el índice por aumentar la dosis.
- Los Waterproof no pierden capacidad: No es así, pues el agua y la actividad que realicemos pueden modificar el tiempo de inmersión.
- Abiertos pueden usarse en la temporada siguiente: Sólo en caso de que no hayan caducado y se hayan guardado en condiciones óptimas, sin haberles dado el sol o una temperatura excesiva.
- El FPS alto impide el bronceado: Siempre pasa algo de luz que permite el bronceado, aunque tarde más, además de que éste es más persistente.
- El bronceado de cabina y el autobronceador protegen de las primeras exposiciones: Sólo podrían hacerlo de la quemadura, pero no del envejecimiento o el cáncer. Además, los autobronceadores no protegen del sol, o como máximo un 2%.